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miércoles, 25 de enero de 2017

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Las señales de calma que se han enumerado anteriormente son las utilizadas con más frecuencia por los perros. Pero, además, los perros tranquilizan a otros: poniéndose a jugar como cachorros (cachorreando), «haciéndose más pequeños», tratando de lamer la boca del otro, cerrando los ojos, pestañeando, chasqueando los belfos o levantando sus patas.

Por ejemplo: tenía justo enfrente de mí un Rottweiler muy agresivo que por el sonido de su profundo gruñido parecía estar enfadado y no deseaba que le molestasen ni que se interfiriese en su privacidad. El gruñido se hacía más profundo si yo intentaba mover la cabeza o alguna extremidad, por lo que permanecí inmóvil. Por supuesto, yo no tenía intención de retroceder y en esa situación, todo lo que se me ocurrió que podía hacer era pestañear. Después de unos minutos pestañeando, el gruñido cesó y repentinamente su cola comenzó a moverse ligeramente. Luego me llevó muy poco tiempo hacerme su amiga.

Un pequeño Basenji asustado estaba gruñéndole a un Pastor Alemán que se mantenía de pie inmóvil moviendo solamente una de sus patas de delante, arriba y abajo, lamiendo su nariz y pestañeando. Y así, de este modo, consiguió hacer que el Basenji se tranquilizase.

Estas son señales de calma. Los perros tienen, además, otras; algunas son amenazantes, como una mirada fija, mantenerse erguido, gruñendo, ladrando, atacando y mostrando los dientes. Otras sólo muestran la excitación del perro, como erizamientos del pelo y el rabo levantado.

Estas señales con frecuencia son mal interpretadas, por ser fáciles de observar y ser las primeras que la gente ve. Nos muestran la excitabilidad del perro en una situación concreta, puntual, pero no debemos prestarles mucha atención, sino que debemos buscar otras señales, ya sean de amenaza o de calma (tranquilizadoras) que nos aportarán mucha más información.

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